Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad. Mateo 5.5
Una persona mansa, es aquella que tiene la calidad de ser tranquila y apacible de espíritu dócil y calmado. Cuando leemos las bienaventuranzas en el orden que el Señor las ha enseñado vemos el propósito de Dios.
Primero venimos al Señor siendo pobres en espíritu mostramos nuestra necesidad inmensa de Dios y el deseo de ser llenados por el, después de esto lloramos delante del Señor afligiendo nuestro espíritu porque hemos de reconocer que no somos merecedores de la gracia y la misericordia de Dios, conocemos nuestra inmundicia y dejamos que el Señor nos limpie y quite toda altivez y seamos mansos.
Cuando somos contristados por el Espíritu de Dios, nuestra alma se vuelve mansa, al acercarnos a Dios podemos ser transformadas, es bueno orar por nuestros esposos pero también es bueno cuando por medio de nuestro testimonio nuestros esposos son ganados sin palabras para Dios.
Cuando Dios obra en nuestra vida y nos hace mujeres mansas llenas de su gracia podemos transmitir esa paz y ese amor a otros.
Después que Dios nos ha sanado de todas las heridas de nuestra alma y hemos derramado nuestra alma ante el, después que hemos recibido el consuelo divino y somos mujeres mansa, con ese mismo espíritu de mansedumbre ganaremos a nuestros esposos. Dios quiere que seamos como el, que con humildad y mansedumbre hablemos a otros de su gracia.
Oremos para que tu esposo vea en ti una mujer renovada, una mujer virtuosa llena de la gracia de Dios, una mujer espiritual que ama a Dios sobre todas las cosas, una mujer que ha sido bienaventurada porque su Dios le ha hecho libre, una mujer mansa que recibirá la tierra por heredad.
Una persona mansa es sumisa a la voluntad de Dios, amada hermana ¿Conoces la voluntad de Dios en tu vida? ¿Sabes que es lo que quiere Dios de ti? Señor quiere que seas una mujer sabia, que edifica su casa sobre la roca, no por esfuerzos humanos sino por el Espíritu Santo de Dios, no permitas que el enemigo traiga mas división a tu hogar, dale a Dios la libertad de obrar en ti y a través de ti de obrar en tu esposo.
Oremos para que el Señor ponga un nosotras un espíritu manso y humilde, agradable delante de su presencia y que seamos de testimonio delante de los hombres. Que podamos escudriñar las escrituras para encontrar en ella la voluntad divina del Señor, su voluntad agradable y perfecta.