A todos los sedientos, venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid comprad y comed. Isaías 55.1a
Escuchar Audio: Dia #1 Saciando tu sed
Lectura Bíblica: 1 Samuel 1.1-18
Imagina que alguien va por la calle haciendo un llamado para suplir la necesidad de cada persona, el llama a los que quieren ser sanos, llama al que le falta pan, lama a los que no tienen padres, llama al que le falta amor, llama al que esta atribulado y un sin fin de personas con diferente problemas, ¿Por qué te llamaría a ti? ¿Qué es lo que necesitas? ¿Por qué te llamarían a ti?
El Señor al igual que un pregonero te pregunta en este día hace un llamado a todos los sedientos a que vengan a Él, muchas veces pasamos por tribulaciones y angustias que pensamos que nadie comprendería nuestras necesidades o la magnitud de nuestro dolor, la mayoría de las mujeres recurren quisieran ser escuchadas por sus esposos y anhelan ser consoladas y comprendidas el.
El problema, es que el también esta sediento, el también necesita saciar su sed, tu esposo no puede darte el agua que necesitas porque simplemente el no la tiene.Si tu no tienes agua y tu esposo tampoco la tiene ¿Qué harás? ¿Lucharas con el o iras ala fuente? El único que puede saciar la sed es el que tiene agua, el que te esta llamando a venir, el que esta preguntando por los que están sedientos para saciar tu sed.
Ana no fue a quejarse con su marido cuando Penina la aborrecía y la injuriaba porque el no podía resolver su problema, ella fue a la fuente con el alma amargada y atribulada fue a llorar a y derramar su alma delante de Dios. (1 Samuel 1. 10) y Dios sacio su sed, desde ese momento Ana volvió a comer y no volvió a estar triste, quizás Penina la seguía irritando, pero no había cabida para la tristeza ella estaba saciada del agua que salta para vida eterna.
El mismo que sacio la sed de Ana quiere saciar tu sed, ven y bebe, no estés triste y atribulada, derrama tu alma delante de su presencia y el Dios de paz te dará paz en toda manera.
Te invito hoy a orar para que el Señor sacie la sed de tu alma y cambie la mujer triste y atribulada por una llena de gozo, que cuando tu esposo te vea tan alegre el también quiera de ese gozo, pídele al Señor que te llene hasta que reboses y esa misma agua pueda saciar la sed de tu esposo, de tus hijos y todo el que este a tu alrededor.